Ni bien el bus brandeado con los colores del Banco Guayaquil bajó la loma que desciende desde Casa de la Selección hacia la avenida Simón Bolívar, las muestras de afecto de la afición se hicieron sentir.
Llegó el gran día. Yaunque la capital amaneció nublada, el calor grupal y optimismo reinan al interior de Casa de la Selección, donde los jugadores esperan la hora del partido.